martes, 20 de diciembre de 2011

De... Cuando llegamos a California


Laguna Beach


Como había anunciado previamente hace algunos meses. Vendrían más aventuras juntos, aquí una de ellas... 

Es jueves en la noche, Los Ángeles está encendida desde la altura una luminosidad exagerada nos anuncia que estamos cerca a aterrizar, son las once y media de la noche, el desembarque ha sido descomplicado y el recibimiento de las autoridades mucho más acogedor de lo que imaginamos, avanzamos hacia la salida y vemos un par de flores de caramelo sostenidas por una sonriente cara conocida que salta de la emoción al vernos.

El viaje a la casa donde nos hospedaremos es de 45 minutos pero se siente mucho más rápido de lo que realmente es y llegaremos a la ciudad que le abrió sus puertas a Mr. Disney hace 56 años, dormiremos a 15 minutos de su sueño que ahora es una realidad conocida por todo el mundo, se trata de Anaheim.

En el asiento de atrás nos quedamos mirando y sonreímos. Este destino nunca estuvo en nuestros planes pero un buen motivo que la vida se encargo de darnos nos tiene circulando en los freeways de California, presiento que esa es la idea que ahora nos hace sonreír extrañados.

Al día siguiente hay mucho trabajo que hacer en casa, preparamos todo para la celebración que se llevará acabo el sábado, ahora recuerdo los hábitos que una adquiere por decisión, conveniencia o ignorancia, cuando se encuentra fuera de su país. Abro bien los sentidos, me cuestiono, comparo, comprendo y casi siempre, entiendo, es grandioso poder vivir la cultura de otros pueblos, toda experiencia cuenta. 

Una vez más, fueron los intrépidos exploradores españoles los primeros europeos en explorar este lado de la costa del Pacifico Norte, hace ya más de 400 años, movidos por la ambición iban en busca de un destino irreal que promete oro y piedras preciosas, una y otra vez se topan con otros lugares distintos, no es la primera vez que les pasa. A bordo de su San Salvador se en rumba para el norte Don Juan Rodríguez Cabrillo, en su camino va bautizando puertos, algunos de los cuales explican la cantidad de nombres en español de las ciudades costeras de este estado. 

Marcada por ingleses, nativos americanos, migración interna estadounidense, épocas de explotación de oro y guerras, está California, parte perdida del colorido México, comprendo con el transcurso de los días y destinos que California es menos anglosajona de lo que creía y entiendo que definitivamente es bien gringa, que no es lo mismo aunque dé igual.

Su comida, su gente y sus contrastes me recuerdan que detrás de cada batalla siempre queda la misma sangre, el idioma español es más fácil de escuchar que el mismo ingles en todas partes, descubro también que el maíz, el fréjol y el chile, son más comunes en el medio que las naranjas, el vino y las películas.

Vivir una celebración, tener una fiesta familiar allí, también será una experiencia diferente, una vez que se acaban los nachos, las variedades de salsas picantes, las carnes y los tamales, en donde debería haber una pista llena de bailadores y mesas vacías, hay gente sentada, riendo en ingles hasta que de a poco regresan a sus casas son las 5 de la tarde y dos cosas llaman nuestra atención en esta fiesta, la noche llego junto con el fin de la reunión, solitarios en nuestro hospedaje, decidimos investigar el vecindario y salir a caminar, cuadras de kilómetros nos acercan a la vía principal, una mala decisión nos cuenta que lo parecido es muy diferente y que más vale escuchar recomendaciones que experimentar desastres. La distribución física, los estilos de las casas, la falta de rejas, la variedad de autos, todo es parte del paisaje de regreso a casa.

Los días siguientes nos esperan destinos turísticos tradicionales, que aunque subestimados son necesarios de conocer, porque es precisamente allí donde todo empieza.

Rodeo Drive


Tenemos la oportunidad de visitar Big Bear, un destino de turismo interno, lugar ideal para esquiar en invierno y gracias a su lago, un gran destino para el verano, las familias poseen cabañas o casas de verano para pasar la temporada allá, hermoso y pintoresco pueblo con paisajes muy distintos a los que estamos acostumbrados a ver, la repentina nieve hace de nuestra primera experiencia una gran bola de cristal navideña recién sacudida.


Big Bear


De vuelta a Anaheim es preciso saludar al famoso ratón, aunque con cautela pues aun no nos desprendíamos de ciertas limitaciones como mi fobia a las criaturas peludas antropomórficas sonrientes y mi compañero su temor a las montañas rusas, pero había que tomar una decisión al respecto pues un día entero se destinó para comprobar que con un poco de adrenalina, azúcar y luces de colores es posible construir el lugar más feliz de la tierra.


El tiempo apremia y hay muchos lugares que conocer y cosas que aprender, recorremos la carretera junto a hermosos paisajes de un mar del norte, con sol tímido y paralelo, con grandes vientos, el paisaje urbano también llama la atención, lujosas casas, extravagantes ventanales donde la dificultad de la construcción por el terreno marca las prioridades de esta gente, pueden soportar grandes incomodidades y costos extras por conservar su estatus ante los demás, costosas ciudades comerciales en lugar de centros comerciales se levantan frente al mar en un derroche ilimitado de luces.

Nuestro último destino, nos habla del desarrollo naval de estas costas, allí quedan como recuerdos vivos los grandes barcos que en el pasado fueron herramientas de lucha, ahora convertidos en tours para los visitantes.

The Queen Mary

Finalmente, hemos terminado nuestro viaje, tras prolongarlo una noche  más por la sobre venta en las aerolíneas, no nos despedimos pues volver no está en duda, hemos dejado una parte de nosotros en estas tierras, alguien muy importante que nos une a esta historia, esta cultura, este lenguaje y pensamiento nuevos, volveremos para ver ya no lo turístico sino lo cotidiano, lo familiar.







lunes, 5 de diciembre de 2011

Ser mejor persona...

Destrozada por no haber alcanzado mi meta, recorro una y otra vez el disgusto más tonto que he tenido, uno cree que las personas mayores a uno, han recorrido su camino aprendiendo algo en esta vida, uno asume que un profesional es capaz de comunicarse con un nivel de racionalidad respetable, pero no. No somos más que un puñado de emociones en una guerra por sentir el control y el poder, mientras más viejos nos ponemos más sentimos la necesidad de "hacer saber"  a los demás que tenemos las posibilidades para destrozarle la vida. Bravo por la gente prepotente que va por la vida, la humillación no es el límite. Después de atormentarme sin sentido durante un mes entero, sabré que la única opción esta vez es agachar la cabeza ante el que tiene el poder en la tierra y poner mi corazón y mi vida al servicio del verdadero poderoso del mundo, Dios. Gracias porque las personas que pones en mi camino de cualquier forma me enseñan a ser mejor persona.