martes, 15 de noviembre de 2011

Con mi Corazón en Yambo


Era un sábado en la tarde de una semana muy difícil, hacía días que no nos veíamos y decidimos ir al cine, tanto tiempo que no íbamos! Siendo fanática del cine ecuatoriano y luego de haber visto una semana de propaganda de la película Con mi corazón en Yambo, confieso que no estaba de humor para verla quería simplemente una historia ligera de esas que olvidas rápido, sin mayor dificultad, pero por cosas de la vida fue precisamente a esa película a la que entramos. La directora estaba en la puerta y nos firmo un afiche con la frase "El olvido no existe".
Esta historia que como alguien dijo por ahí ya no es parte del drama de esta familia sino que es parte del Ecuador entero, porque supieron involucrarnos y lo siguen haciendo. Aparentemente por aquella frase, "El olvido no existe", parecería que se trataba de una historia de rencor, pero la verdad es que a pesar de todo lo que han pasado, uno busca en cada escena ese rencor simplemente para darles la razón, pero no lo encuentra. Lo que uno puede ver es únicamente la lucha, el coraje y sobre todo el amor que esta familia tiene.
Como aficionada al cine (una muy ignorante, por cierto), argumentaba que para hacer un documental, lo importante es presentar una mirada objetiva de la situación o tema a desarrollar y que el hecho de que sea Fernanda quien narra y hace las entrevistas le podría pintar un sesgo en contra a la historia, me trague mis propias palabras al ver y escuchar que cuando la verdad es tan clara no importa quien o como se la diga, será evidente e innegable para todos; las expresiones de indignación, la risa nerviosa, los ojos torcidos y las cabezas moviéndose de un lado al otro mostrando rechazo eran un coro en honor a la verdad en esa sala. Una verdad que sigue sin estar clara...
Esta película nos habla un poco de la estupidez de quienes nos gobiernan, de la indolencia de quien se supone que nos cuidan y de la indiferencia de nosotros mismos. No sólo duele la situación en si, no solo avergüenza y da miedo todo lo que paso, no solo recordamos todos para no olvidar, sino que también entendimos que todos merecemos una verdad, que la lucha que vale es la que nos mantiene vivos.
Es inevitable pensar en como le cambio la vida a esta familia tan dramáticamente, lo fácil que hubiera sido todo si cada quien hacia simplemente lo que tenia que hacer y cumplía sus compromisos, como autoridad, como persona, como ley, pero lo simple se hizo complicado cuando antepusieron sus propios intereses.
Digan lo que digan, pase el tiempo que pase, después de tanta incoherencia, Ecuador está marcado como esta familia por quién desde ahora en adelante rezaré siempre, el país esta en deuda porque gracias a su historia somos conscientes, gracias por su lucha que nos enseñó a no quedarnos callados, a que la justicia uno la busca con firmeza y constancia, no la espera de brazos cruzados. Gracias Fernanda por tu valentía.





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